EL LAGO PARIMA EXISTIÓ, PERO NO ERA NINGÚN DORADO
Se ubica en lo que es hoy el
hato La Vergareña donde pastan 40 mil cabezas de ganado vacuno.
Este valle o depresión de 50 mil hectáreas
corresponde al punto geográfico señalado por Humboldt y ofrece características
geológicas de un lago que se vacío por un fenómeno muy espontáneo y natural.
La leyenda de El Dorado pudo
haber sido importada y confundida con este Lago al que se aproximó en el siglo
dieciocho don Manuel Centurión.
El ex-senador Horacio Cabrera
Sifontes, escritor, explorador y creador de bienes en el campo de la ganadería,
sostiene haber encontrado el legendario lago Parima, cuyas leyendas durante el
tiempo de la conquista deslumbraron a toda una constelación de aventureros,
muchos de los cuales sucumbieron en la selva, arrastrados por el irrefrenable y
ambicioso deseo de encontrarlo.
Cabrera Sifontes cree que la
leyenda de El Dorado pudo haber sido importada, pero la del lago Parima asegura
que es genuinamente guayanesa y , por lo tanto, venezolana.
Recuerda que Parimé es uno de
nuestros principales dioses selváticos y que El Dorado, en el supuesto
indígena, no era un lugar sino un hombre que ungido de una resina especial, se
cubría de polvo de oro para sumergirse en un lago como parte de un rito propio
de su cultura religiosa.
No obstante, el lago Parima
vivió y ha vivido confundido con El Dorado en la mente afiebrada del buscador
de fortunas maravillosas.
Humboldt que se interesó
acuciosamente por la leyenda de El Dorado anotó en su libro de viajes que desde
la época de Berrío “se fijó el mito de El Dorado en la parte oriental de
Guayana, entre los 62 y 66 grados de longitud” y no estaba errado si entendemos que para la
época prevalecía la confusión, pues lo que se hallaba en esa coordenada era
propiamente el Lago de Parima.
Nadie antes pudo encontrarlo y
hasta hoy, a pesar de los avances de la aeronáutica, los satélites y
fotografías aéreas que utilizan el radar para explorar desde todos los ángulos
las entrañas de la tierra, nadie se había aproximado a su existencia. Hoy
cuando virtualmente se da con lo que fue el lago Parima, vemos que ello surge
en forma casual.
El lago de Parima lo encontró
sin saberlo el ingeniero naval Daniel K. Ludwig cuando con Horacio Cabrera
Sifontes sobrevolaba con su avioneta particular el Hato La Vergareña, que este
último quería venderle. Antes del vuelo había llovido copiosamente y la
inundación impresionaba. Horacio Cabrera cuanta en un libro que acaba de
publicar la editorial Centauro de José Agustín Catalá, que ante tanta agua
invadiendo las tierras ganaderas que pretendía ofrecer en venta al interesado,
se sentía un tanto atropellado y quiso apaciguar la situación diciéndole a
mister Ludwig “aquí tiene usted agua para todo el verano”.
Eso lo veo, lo que no he podido
ver es la tierra, ¡esto es un lago!, respondió y la respuesta se le quedó como
aguijón a Horacio Cabrera que también como muchos vivía intrigado desde su
niñez por la leyenda del lago Parima.
Un día temprano preparó su
cabalgadura, escaló la serranía y comenzó a contemplar el valle.
Allí estaba la hondonada de lo
que fue seguramente el misterioso lago.
Se convenció más cuando comenzó a
estudiar y a profundizar sobre el tema y llevó al sitio a expertos geólogos que
robustecieron su creencia de que allí en el valle de La Vergareña, donde hoy
pastan 40 mil cabezas de ganado vacuno de mister Ludwig, existió el lago Parima
que nadie nunca antes pudo encontrar, posiblemente por sus inconcebibles
peculiaridades.
Del lago Parima sólo queda hoy
lo que fue su fondo, prácticamente un valle de 50 mil hectáreas. Sus aguas, las
que permanecieron allí estancadas por efectos de las lluvias y sus manantiales
naturales, se vaciaron y todavía prosiguen en indetenible correntía sobre las
raíces de los morichales hacia el río Aro. Allí comenzó a llevárselas un día en
que Caño Azul pudo terminar de horadar su camino a través de las alturas de “La
Coroba”. Caño Azul desde entonces, se convirtió en una continua y abundosa
corriente que recoge las aguas de todos los morichales o manantiales del valle
para tributarlos al río Aro.
Cuenta Horacio Cabrera Sifontes
que cuando don Manuel Centurión, uno de los fundadores de Angostura, realizó su
expedición por el Paragua, buscando el lago Parima, iba bien orientado, pero ya
no existía el lago. Este quedaba ubicado entre los ríos Paragua y Aro, entre
los 62 y 66 grados de longitud y 6 y medio y siete de latitud como lo señala
Humboldt. El lago Parima constituía la gran depresión que está circundada en su
parte norte por la cordillera de La Torre y luego por peñascos encrespados y
arrecifes con el rastro del embate de las aguas.
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